Según el Dr. Paulo Henrique Silva Maia, la ausencia de guarderías públicas de calidad representa no solo un desafío social, sino también un obstáculo estructural para el desarrollo del país. Esta situación afecta directamente el futuro de las niñas y niños brasileños y compromete el crecimiento económico sostenible.
La escasez de plazas en guarderías impide que millones de niños accedan a un cuidado calificado en los primeros años de vida, etapa crucial para el desarrollo cognitivo, emocional y social. Al mismo tiempo, limita la inserción de las madres en el mercado laboral y contribuye a la perpetuación de ciclos de pobreza y desigualdad.
¿Por qué la falta de guarderías es un problema urgente en Brasil?
La insuficiencia de guarderías en Brasil se ha convertido en uno de los principales cuellos de botella de la educación infantil. Se estima que solo la mitad de los niños de 0 a 3 años está matriculada en alguna institución de enseñanza o cuidado. La Constitución Federal y el Plan Nacional de Educación establecen metas para universalizar la atención en esta franja etaria, pero la realidad aún está lejos del ideal.
De acuerdo con Paulo Henrique Silva Maia, esta carencia compromete el potencial de desarrollo humano de las niñas y niños en situación de vulnerabilidad, quienes son justamente los que más se beneficiarían de una estructura de acogida y estímulo en los primeros años de vida. Además, estudios demuestran que los primeros mil días de vida son fundamentales para la formación de conexiones cerebrales que impactan todo el trayecto educativo futuro.
¿Cómo afecta la ausencia de guarderías a las familias brasileñas?
La falta de guarderías en Brasil recae, en su mayoría, sobre las mujeres. Las madres de niños pequeños enfrentan dificultades para retomar la vida profesional, lo que reduce el ingreso familiar y refuerza las desigualdades de género. En muchos casos, las mujeres deben abandonar el trabajo formal para cuidar a sus hijos, comprometiendo así su independencia financiera.

Paulo Henrique Silva Maia resalta que la sobrecarga materna causada por la falta de apoyo institucional impacta directamente en el bienestar de las familias. Este escenario puede provocar enfermedades mentales y estrés continuo en las cuidadoras, con efectos negativos en toda la dinámica familiar. Además, las familias de bajos ingresos son las más afectadas, ya que no tienen condiciones para pagar guarderías privadas. Esta desigualdad en el acceso refuerza disparidades sociales históricas y dificulta la movilidad social en el país.
¿Cuál es el impacto económico de la escasez de guarderías en Brasil?
La falta de guarderías en Brasil no solo perjudica el desarrollo infantil —también compromete directamente la economía nacional. La baja participación femenina en el mercado de trabajo, especialmente entre madres con hijos pequeños, representa una pérdida considerable de fuerza productiva y de recaudación fiscal. Según Paulo Henrique Silva Maia, invertir en guarderías es una de las formas más eficaces de promover el crecimiento económico a mediano y largo plazo.
Esto se debe a que permite que más personas ingresen y permanezcan en el mercado laboral, además de contribuir a la formación de una generación futura más calificada y productiva. Así, estudios internacionales demuestran que por cada real invertido en educación infantil, pueden generarse retornos sociales y económicos de hasta siete veces el valor aplicado. Por lo tanto, la negligencia en este sector no es solo un error político, sino una decisión económicamente insostenible.
Finalmente, ampliar el número de guarderías públicas en Brasil exige voluntad política, planificación estratégica y recursos financieros adecuados. Paulo Henrique Silva Maia destaca que es necesario tratar la primera infancia como una prioridad nacional. Él defiende que las políticas públicas orientadas a ampliar el acceso a guarderías deben estar acompañadas de mecanismos de evaluación, transparencia y participación social, garantizando resultados efectivos.
Autor: Yuri Korolev